Y ese frío en tu espalda
desprendiendo apenas calor
para mis manos mojadas
de adioses
y de lágrimas;
que puta la mañana
que nos dejó desnudos
pero abrazados
al deseo de los besos
que aún nos debemos
que ya nunca
abrigarán nuestra alma.
Carmen Garcia Ariza. Hay mañanas frías, y mojadas, y hay besos que guardan abrigos para el alma.
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