Dicen que tengo que quererme, ah, eso debe ser lo que llaman amor propio, amor hacia mi misma, pero a mi no me enseñaron como se hace eso... a ver, supongo que debo de besarme, pero a mi no me alcanzan los labios a la boca, a no ser de montar un simulacro en cualquier cristal sin astillas..., Se supone que debo de abrazarme, yo lo intento de veras, pero los brazos no muy largos se quedan a medio camino de los hombros, además de aplastarme considerablemente los pechos doloridos.... quiérete me insisten los que de verdad me quieren, y yo me meto en la cama helada, con mis calcetines de lana e intento hacerme el amor, bueno no está mal, siempre una sabe darse el punto adecuado, pero no me dirán la carencia tan atroz de matices que una mente crítica podría enumerar en pocos segundos, porque digo yo, donde está la saliva, la humedad de los besos, y la lengua cautiva, donde las manos ávidas de piel, temblorosas de deseo, y que pasa con el olor a cuerpo y sudor, y no me negarán que los suspiros no dejan de ser apenas aire fingido y evaporado en la nada, contra el techo estampado.., y después?, que queda después.... apenas una sensación de vacío, sin ni siquiera deseo.... debe ser que quererse es otra cosa.... quizás es comer lo que te gusta, sin atender a los principios básicos de una correcta alimentación, o tal vez mirarse al espejo y decirse mil veces guapa, lista y hermosa..... pero no.... algo debo estar haciendo mal, porque me miro al espejo, y la tía puñetera no se esfuerza en mostrarme ni una triste sonrisa, que le cuesta, digo yo, acaso no ve que a la vuelta de la esquina de nuevo al alba tuve que asesinarme a traición y con alevosía....y en este rincón olvidado poco a poco me estoy muriendo yo...
Carmen García Ariza, Reflexiones para intentar sonreír. Mayo 14
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