Miraba las estelas plateadas de los aviones
que cruzaban aquella noche de verano
y se entrelazaban en un cielo
ciego de estrellas, suspiros y manos.
Detenido el tiempo en los rayos blancos
que se demoraban en asomarse a los tejados
a mirar nuestros cuerpos desnudos
y bañarlos de deseo y luna.
Nuestra toda la noche
quiso el tiempo regalarnos miles de segundos
detenidos en el viento
para sentirnos fundidos en el cielo
y en aquel tierno beso infinito
para siempre en nuestros labios iluminados.
Y todo gira, y todo cambia
y las estelas plateadas
de aquellos aviones que en dos
partían nuestro cielo
mientras jugábamos a imaginar su destino,
se diluyeron en el color negro
de aquella noche de verano
cargada de estrellas
no fuimos eternos
pero quisimos ser uno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario, me gusta saber que has visitado mi rinconcito.