Abro los ojos despacio
en esta quietud
con el silencio de la madrugada
que entre tinieblas
se despereza
invitándome a recordarte.
Tu boca en mi beso
tus manos temblando
en mi vientre
la saliva y la piel
invadiendo cada recodo
de este febril deseo.
Y el primer destello de luz
se posa en mis labios
humedeciéndolos
al pronunciar tu nombre
mi último beso.
Carmen García Ariza (todos los derechos reservados)
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